miércoles, 1 de enero de 2014

WANDERER




Cuando recorrías senderos de rodaje incierto y 
Te escabullías entre la escarcha y los andamios 
Me decías si tal vez aquel era el camino exacto a 
Tus raíces 
Y una y otra vez enterrabas sus pasos entre el peso líquido de un 
Balbuceo tendido al 
Olvido.

Tú mi vida que puedes ser todas y ninguna de las cosas 
La condena la caricia 
La bala y la 
Dinamita 
Tatuada a fuego lento bajo las secuelas de un vértigo,

Tú mi nada anudada de olas 
Espuma de un día
Destinada a perderse siempre en el puerto de retorno

Has cruzado todas las estaciones para perder los 
Mismos trenes 
Y desde entonces te encuentro en el vago reflejo 
De un charco de bronce oxidado

Te reconozco 
Tras las vías del tren 
Aunque no estén trenzadas como la última partitura 
Aunque las notas, invertebradas, no me devuelvan 
La vieja melodía de 
Un viaje descarrilado 
Hacia ninguna parte.

Y he aquí 
Recorriendo suaves alambradas 
Dirigiendo navíos decapitados 
Exhalando mareas. 

Dónde estas 
Ahora que te desprendes de tu piel 
Como un cuerpo
Extraño anhelando

Su veneno.

martes, 8 de octubre de 2013

ROMEO & JULIET UNPLUGGED

Se conocieron en una fiesta cualquiera.
Ella llevaba carmín gris por atuendo, y tristeza renovada
Por sonrisa
El presumía haber resuelto un recóndito y dudoso
Pasado huyendo de alcobas y cuerpos
Vacíos.

Romeo para noches de cartón y plexiglás, Julieta de noche derramada
Y bien mezclada con gin y olvido.

Sabían que iban a olvidarse de los nombres antes de marcar los números
Fingían bailar con la lluvia cuando el desierto reclamaba su
Dosis ardiente de alcohol y colillas.

El régimen estricto de hambrunas de piel y huesos
Besos desollados
Entre las dos y las tres de la madrugada
Les consumió lo poco que les quedaba de
Deseo
Por completo decapitaron sus últimas municiones

Silencio por lluvias,
Fuego entre encías.

Que te queda ahora, bella, de haber devorado
Hebra a hebra las tripas
De la bestia.

viernes, 2 de agosto de 2013

Exonerados.

La generación exonerada


Cuando escribía redacciones en el colegio mi maestra me pedía que acudiera al diccionario cada vez que tropezaba con un significado cuya expresividad se me escaba entre los delgados límites de las palabras. Pero nunca comprendió que el proceso contrario al natural -encontrar el significado de la palabra, para, acto seguido, aplicarlo a una expresión- resultaba casi imposible si pretendía escribir algo más que una simple aproximación a lo que mi mente albergaba.

Sucede, en contadas pero ilustres ocasiones, que podemos hallar primero la palabra y luego toda su significación. Así, como si de una pincelada se tratara, encontré el vocablo perfecto para ilustrar en el título de este artículo mi condición de joven de este siglo: la generación exonerada.

Las palabras son frágiles compañeras de ida y vuelta que a tientas vienen, te acercan y susurran un secreto, o bien te desvelan un misterio a voces, y con la misma cautela, huyen, te prestan la duda entre las manos con una ocasión vertiginosa para deshacer su intriga en mil y una versiones distintas.
Al cabo de varios intentos la propia conversación las sitúa allí, intactas, indemnes, como si la confusión de sus lenguajes y sus perturbaciones no fueran en absoluto con ellas. Tal así es el proceder del ser humano.

Cuando se exonera a alguien de su esencia, no se le hace más enérgico o poderoso, sino más inofensivo, más prescindible: esa persona de tierna orfandad que todos debemos acoger en nuestra familia para después liberarla de nuestro peso. ¿Cómo, entonces, podríamos,-¡sacrilegio!-, recibir con los brazos abiertos al hijo pródigo en nuestro cándido hogar?
¿Cómo podré transmitirle al hijo pródigo que su voz y espíritu me irritan, si ha de cambiarlos para que nada de mi cambie? ¿Cómo podré ofrecerle mi mano si prefiero soltar el lastre, detrás, del fardo de miles de manos que lo empujan hacia el vacío, conducido él solo por su propio vagar ciego? ¡Cómo unirme a su senda, si yo ya tracé la mía, y sus líneas me conducen a la seguridad tácita de un pacto, sellado íntimamente, contra su destino y frente a su destino!
Pues en la ética de las sociedades que vivimos hoy día,  y que desafortunadamente se transcribe en una conducta laboral cada vez más gregaria y venenosa, el líder no es el que sabe unir, sino separar las debilidades de un grupo y enfrentarlas para aislar al nuevo, al extraño. Su camino, una vez separado del resto, es desterrado al silencio, precipitándolo a su extinción.

Quien bien conoce dónde comienza su deber conoce dónde termina el del resto. Exonerados de nuestra virtud, todos nosotros, jóvenes del siglo XXI, somos hijos legítimos de la sociedad del bienestar, e hijos pródigos de la crisis. Todos. Nuestro dharma terminó con la censura de sus propias libertades, con la aceptación cómplice de sus limitaciones, manejada tantas veces en pequeños cenáculos de control y poder. Cumplir este dharma de exonerados lleva a su misma anulación.

Y ese deber nuestro da un último giro movido por la felonía que nos condecora con  un futuro nulo, inmerecido. Un porvenir circunspecto, el mundo adulto en su ocaso más vacío: esta es la recompensa para saciar el viejo principio que somete los primogénitos a la voluntad de sus tutores. Para dejarle paso a ellos, legión del silencio.
Pero ya es demasiado tarde: las palabras me devuelven por escrito gritos mucho más feroces.
Quien tenga oídos para oír, que oiga.

11 de Julio de 2013


jueves, 1 de agosto de 2013

Nayade

Su cuerpo estaba cifrado entre el topacio y la turquesa
Atravesaba mares de mil leguas de fuego
Náyade entre hileras de furias.

A tientas camina a ras de las mareas
Y desprende el olor de los siete vientos.
Organizada pureza
Batiendo lunas y astros 
Transmitida sabiamente a través de los siglos.

jueves, 18 de julio de 2013

Nómadas


No te poseo.

Eres solo un nombre
Trazado en el papel.
Puedo arrojarte, arrugarte y
Hacerte desaparecer
Como si nunca te hubiera conocido.

Como si tu existencia
Se redujera
A un simple pálpito,
Un recuerdo huyendo
De la insaciable corriente
De mis palabras.

La belleza del mundo y sus contornos
Te contemplan con la misma rareza

Que la raza nómada
De mi sangre.





domingo, 14 de julio de 2013

Salvaje







Persigue su propia sombra tras llamaradas húmedas.

Cuando camina hay legiones de suicidas que la secundan
Y anidan en su pecho enjambres de anémonas mortuorias.
Presta su verbo solo a quien desconoce su lenguaje, 
Regala su sombra a quien jamás vio la luz.

Su cuerpo es una bella réplica de sí misma 
Ávido de ofrenda y lucha 

Entregado su cuerpo
Ante un séquito de dioses y monstruos.














Vuelo sin motor


Lo quería todo . Poseer la nitidez de las ventanas, la fragilidad de un paisaje recordado .
Intentó olvidar de dónde venía, qué pertenencias dejó olvidadas en el camino.
Cuando hurgaba en su destartalado bolso, una foto señalaba la lánguida costumbre de su vida, desfallecía una y otra vez y acababa por conformarse con los restos arrugados de un billete viejo a alguna parte.
Quería traspasarlo todo. Con el esfuerzo débil del aleteo de la tarde, lanzar una exhalación hacia el vacío, el enorme vacío del espacio confrontado con su propio cuerpo, o alas,  y viento, escamas, y adiós, el último baile sobre la faz yerma de la tierra.